martes, 9 de noviembre de 2010

La ONU califica de "altamente lamentable" los incidentes en vísperas de una reunión internacional.

Esto es uno de los titulares de la prensa de hoy (EL PAIS), después de que Marruecos asaltara ayer el Sahara, destrozando todo lo que se pusiera por delante, y ante la mirada cómplice de España, por no hablar del resto de países de la Vieja Europa.

Me llama la atención lo de "altamente lamentable". ¿Con qué cara hay que acercarse a un micrófono para calificar esos hechos como altamente lamentables? ¿Con qué cara hay que salir en la tele para ponerse en la boca las palabras democracia, tolerancia, igualdad, y demás ideas que no representan nada, porque (ya?) no se dan las situaciones o los hechos que se correspondan con tales conceptos?

Esta cuestión evoca las primeras teorías sobre el lenguaje de nuestro adorado Wittgenstein, quién defendió en un principio que el lenguaje definía el conjunto de hechos que se daban en el mundo, y que las palabras representaban el conjunto de hechos posibles, se hubieran dado o no.

Años más tarde, en su conocida como "segunda etapa", se desdijo el hombre, reconociendo que la comunicación era algo así como un conjunto de juegos del lenguaje, donde más allá de la lógica y el atomismo, entraban en el juego muchos otros factores, y donde la pragmática tenía un papel esencial: la metáfora y el absurdo se habían hecho por fin con un lugar. Se puede hablar sin decir nada.

Volviendo al titular de prensa del que hoy hablo, ¿qué es lo "lamentable" de los hechos ocurridos? Y ¿por qué?.

Que un anciano diga que esos hechos son lamentables no es muy alarmante, pero que la ONU lo califique así me causa perplejidad. Qué perversión, qué cinismo.

Hablando de cinismos, el otro día, leyendo el blog del presidente de las nuevas generaciones del PP de mi ciudad, y en una crítica a la gestión del Gobierno español, decía que ZP ha generado "una situación que ha pasado de ser un drama económico para convertirse en un drama social". Qué virguería de expresión.
Por lo absurda.
Por muy bonito que quede en el papel, un drama económico es un drama social en sí, porque lo económico y lo social van de la mano, y también lo político, y son uno y trino, amén.

Mientras tanto, la ONU se hunde en sus lamentos, y un servidor también lamenta. Lamenta la absoluta inoperancia de la Vieja Europa, de los países que alardean de democracia y de valores como libertad, igualdad, fraternidad... Entiéndanse estos lamentos como se quiera.

martes, 2 de noviembre de 2010

Casi medio curso después, trás un auténtico periplo vital, vuelvo a retomar otra vez (toma tridundancia) mi blog, aquel que un día, como quien no quiere la cosa, empecé a utilizar a modo de diario personal, y donde algunos adivinaron una nueva revolución cuasi newtoniana.
O no sé si fue al revés: concebí un website super vanguardista, y se quedó en un conjunto de párrafos con tintes teenagers.


Estoy modelándome joder, lo estoy buscando.

Pronto un poco más.